Llega un momento para las empresas y empresarios en el que se manifiesta un el anhelo de cambiar para bien. Saben que hay algo que no está funcionando y les impide crecer.
Desde mi experiencia, se distinguen tres caminos para lograr tal cambio: el generado desde el interior, el generado con ayuda externa y el cambio hecho por nuevos inversionistas.
El cambio generado desde el interior implica que uno o varios miembros relevantes de la organización gestionan el cambio y reconfiguración la organización: nueva misión y visión, objetivos de crecimiento y mercado, planes financieros, de venta, etc. Con la consecuente integración de capital humano con nuevas ideas y capaces de aterrizar el cambio. El reto es romper los hábitos e inercias ya establecidas en la empresa. Básicamente se requiere una gran visión y altas perspectivas de los directivos de la empresa para abrirse al cambio e integrar nuevo personal e ideas. A esto sumar una gran decisión, fuerza de voluntad y disciplina.
En el cambio generado con ayuda externa se contratan a asesores y consultores profesionales que ayudan a los directivos de la organización a ver las cosas desde diferentes ángulos: buscar preguntas y respuestas para aclarar el camino del cambio y la forma más adecuada de encararlo. Estos asesores externos, con su experiencia, diagnostican la situación de la empresa, y con base en este diagnóstico, presentan un conjunto de soluciones y un plan de trabajo para lograr determinados objetivos en determinado tiempo. Esto requiere confianza en los asesores, fuerza de voluntad y, sobre todo, disciplina para ejecutar el plan de trabajo de la mejor forma posible.
En el cambio generado por integración de un inversionista profesional, este agente externo busca ganancias, por lo que va a hacer todos los cambios necesarios para incrementar la rentabilidad y valor de la organización: cambios de directivos, cambios de personal operativo, recortes de gastos y costos, reorientación de recursos a operaciones más rentables, etc. Este tipo de agentes, traen consigo tres cosas muy importantes en los negocios: conocimiento, experiencia y dinero. Este tipo de cambio es el más radical y más efectivo ya que no está sujeto a la buena voluntad de los actuales dueños. Este cambio está propuesto desde el inicio por el nuevo inversionista: plan de inversiones y ajustes. Con la intención muy clara de incrementar la rentabilidad, riqueza y valor de mercado de la empresa. Aquí se requiere paciencia, flexibilidad y disciplina por parte de los integrantes de la empresa ya que los cambios van a ser profundos, rápidos y, regularmente, no se piden por favor. Es el dinero de los inversionistas el que está en juego y ellos siempre juegan a ganar. En este proceso, los inversionistas parten de una auditoria de diagnóstico llamado Due Diligence que les sirve para determinar la situación actual de la empresa.
A partir de aquí solo es cuestión de determinar el camino que nos conviene.